Decíamos en ocasiones anteriores…
Inmersos en nuestras vidas cotidianas con los problemas que todos arrastramos: Rl trabajo, la hipoteca, el niño que no estudia, el novio de la niña que no tiene porvenir, la abuela cada día está peor, el coche de 14 años jay que cambiarlo….
En realidad, si nos detenemos a pensar detenidamente y en profundidad en el entorno en que nos encontramos, una colonia de seres “insignificantes”, pobladores de un “insignificante” planeta, de un sistema solar dependiente de una estrella mediana, amarilla, del tipo G-2, nada especial y situada en un extremo de un brazo espiral, en la periferia (los suburbios del Sistema Solar) de una de entre miles de millones de galaxias… si pensamos en esa inmensidad, entonces caeremos en la cuenta de que no somos tan importantes, y el tiempo que se nos permite estar aquí es un auténtico regalo.
El Tiempo Pasado que nunca volverá, simplemente lo llevamos en el recuerdo si lo vivimos y, en la Historia suçi fue el Tiempo de otros.
El Presente, como su nombre indica, es un regalo. Es el Tiempo que tenemos para poder realizar los sueños. Todo lo que no hagamos en el Presente… ¡Nunca podrá existir! Tener un hijo, escribir un libro…
El Futuro, ese Tiempo por venir, el que no existe y está por construir, el que no podemos conocer y sólo imaginarlo podemos. El Futuro es el Tiempo que estamos diseñando en el Presente, y, nunca podremos estar seguro de cómo será. El Azar y lo imprevisto puede cambiar el rumbo y traer un Futuro inesperado.
El futuro es el Tiempo que nunca podremos conocer, cuando llegue, no estaremos aquí, será el Presente de otros. Nosotros estamos confinados en un perpetuo Presente.
Según nos dicen, el Tiempo es relativo, no es igual para todos dependiendo de la situación del que lo observe, y, a veces, incluso puede transcurrir más lento si nuestra actividad lo provoca…
Ese tiempo, corto espacio de tiempo en relación al tiempo cosmológico, es por cierto un espacio suficiente para nacer, crecer, aprender, dejar huella de nuestro paso por este mundo a través de nuestros hijos y a veces (si somos elegidos) por nuestro trabajo, tendremos la oportunidad (casi siempre breve) de ser felices y muchas oportunidades para el sacrificio y el sufrimiento, y así irán pasando nuestras vidas para dejar paso a otras que, al igual que nosotros, continuaran el camino iniciado en aquellas cuevas remotas del pasado, cuando huyendo del frío y de los animales salvajes, nos refugiábamos en las montañas buscando cobijo y calor.
Podemos continuar diciendo ahora…
Han pasado muchos periodos de tiempo desde entonces, y la humanidad, en verdad, aprovechó el “tiempo”. No quiero decir que en todos los ámbitos humanos del comportamiento tengamos que felicitarnos, hay algunos (aún hoy) de los que el sonrojo es inevitable, pero eso es debido a que la parte animal que llevamos en nosotros está de alguna manera presente, y los instintos superan a veces a la racionalidad. Aún no hemos superado el proceso de humanización. Sin embargo, los logros conseguidos no han sido pocos; el “tiempo” está bien aprovechado si pensamos que hace sólo unos miles de años no sabíamos escribir, vagamos por los campos cazando y cogiendo frutos silvestres y no existían organizaciones sociales ni poblaciones. Desde entonces, el salto dado en todos los campos del saber ha sido tremendo.
Ahora, pasado el tiempo, nuestra innata curiosidad nos ha llevado a descubrir que vivimos en un planeta que pertenece a una estrella de una galaxia que forma parte de un grupo de treinta galaxias (el “Grupo Local”) y que a su vez, están inmersas en un universo que cuenta con decenas de miles de millones de galaxias como la nuestra.
Hemos podido saber que ese universo está en expansión y que las galaxias se alejan las unas de las otras. Se ha podido deducir que el universo surgió de una explosión a la que llamamos el Big Bang hace ahora 13.500 millones de años. A partir de una singularidad, un punto de energía y densidad infinitas, surgió el universo que, desde entonces, junto con el espacio y el tiempo continúa expandiéndose.
Surgieron los primeros quarks libres que se juntaron para formar protones y neutrones que, a su vez, se unieron y formaron núcleos que, al tener energía positiva, atrajeron a los electrones, de energía negativa, formándose así lo átomos estables.
Los átomos se juntaron para formar moléculas y células y éstas, a su vez, juntas formaron materia. Al principio era todo simetría y existía una sola fuerza que lo regía todo. El universo era totalmente opaco, la temperatura reinante muy alta y todo estaba invadido por una especie de plasma.
Pero la expansión del joven universo continuó imparable. La temperatura fue descendiendo y la simetría se rompió, lo que dio lugar a que donde sólo había una sola fuerza aparecieran cuatro. Las fuerzas nucleares, fuerte y débil, el electromagnetismo y la gravedad surgieron de aquella simetría rota y como hemos dicho antes, surgieron los primeros quarks para, con los electrones, fabricar la materia que está hecha de quarks y leptones. Más tarde, la luz apareció al quedar libres los fotones y donde antes todo era opacidad, surgió la transparencia. Pasaron unos doscientos mil años antes de que nacieran las primeras estrellas y se formaran las galaxias.
Las estrellas evolucionaron y en sus hornos nucleares se fabricaron elementos más complejos que el primario hidrógeno; con la fusión nuclear en las estrellas se fabricó helio, litio, magnesio, neón, carbono, oxigeno, etc, etc. Estas primeras estrellas brillaron durante algunos miles de millones de años y, finalmente, acabado su combustible nuclear, finalizaron su ciclo vital explotando como supernovas lanzando al espacio exterior sus capas más superficiales y lanzando materiales complejos que al inmenso cosmos para hacer posible el nacimiento de nuevas estrellas y planetas y… a nosotros, que sin esas primeras estrellas que fabricaron los materiales complejos de los que estamos hecho, no estaríamos aquí.
Ese inmenso tiempo que hemos tenido desde que asombrados mirábamos brillar las estrellas sobre nuestras cabezas sin saber lo que eran, o bien, asustados nos encogíamos ante los rayos amenazadores de una tormenta o huíamos despavoridos ante el rugido aterrador de la Tierra con sus temblores de terremotos pavorosos o explosiones inmensas de enormes montañas que vomitaban fuego.
Desde entonces, hemos aprendido a observar con atención, hemos desechado la superstición, la mitología y la brujería para atender a la lógica y a la realidad de los hechos. Aprendimos de nuestros propios errores y de la naturaleza.
Como ya se dijo antes, ahora sabemos de dónde vinimos, qué debemos hacer para continuar aquí sin estropearlo todo y, seguramente, con poco margen de error podríamos decir también hacia dónde nos dirigimos.
Una de las propiedades del “tiempo” es que en su transcurrir pasan cosas. Estas cosas que pasan, estos sucesos, los reunimos y los guardamos, lo llamamos historia y nos sirven para recordar y aprender. De lo bueno que pasó para repetirlo y mejorarlo, de lo malo para procurar que no vuelva a ocurrir.
Pasado
Presente
Futuro
Eso, lo que ocurrió, es lo que llamamos pasado. Lo que ocurre ahora mismo, en este preciso instante, es lo que llamamos el presente, y lo que no ha ocurrido aún es lo que llamamos el futuro.
En realidad, como el tiempo nunca se para, el presente no existe, es algo tan efímero que ocurre y al instante es pasado, y entramos en el futuro que, a su vez, pasa vertiginoso por el instante “presente” que se convierte en “pasado” y rápidamente estamos en el “futuro”, otra vez. Así que, en verdad ¿dónde estamos? Hay que mirar estos conceptos de manera muy amplia y a cierta distancia para que tengan sentido.
Lo hemos clasificado de muchas maneras y, hasta hemos tratado de cuantizarlo
El concepto de tiempo está enclavado en las profundidades y conceptos más avanzados de la física y la astronomía. Sin embargo, su verdadera naturaleza permanece en el misterio. Todo acontece con el transcurso del tiempo que es implacable y fluye continuamente y todo lo que existió, lo que existe y lo que existirá, está sometido a los efectos del tiempo que, desgraciadamente, sí podemos ver. La destrucción provocada por el paso del tiempo es muy real, y tanto en las cosas como en nosotros mismos, el resultado es el mismo: ¡la aniquilación y la muerte!
Hace mil quinientos años que San Agustín, filosofo y sabio obispo de Hipona, preguntó: “¿qué es el tiempo?” Y se respondió a sí mismo: “Si alguien me lo pregunta, sé lo que es. Pero si deseo explicarlo, no puedo hacerlo“.
Cuando nació el Universo dio comienzo esa enigmática aventura que llamamos Tiempo
El tiempo, desde “tiempos remotos“, ha sido una abstracción que ha cautivado e intrigado a las mentes humanas que han intentado entenderlo en todas las vertientes y en todos los sentidos. Del tiempo, las mentes más preclaras han intentado definir, en esencia, lo que es. La verdad es que, unos con más fortunas que otros, con más interés o con mejor lógica científica dejaron sus definiciones que, de todas formas, nunca llegaron a llenar ese vacío de una explicación convincente, sencilla, que todo el mundo comprenda y que esté basada en principios naturales que nos digan su origen, su transcurrir y, si es que lo hay, su final, porque ¿es el tiempo infinito?
Infinito, según las leyes de la física, no puede haber nada. Es un lugar que nunca podremos alcanzar porque no existe, y, como la nada y el vacío, son conceptos utilizados para expresar de manera gráfica lo que deseamos hacernos entender.
Ni siquiera el universo es infinito y, conforme determine la densidad crítica de la materia que contiene, un día dejará también de existir.
Luego si el tiempo nació con el Big Bang, es probable que finalice con el Big Crunch. Es una posibilidad.
Como antes explicaba, el pasar del tiempo es muy subjetivo dependiendo de la situación de quien lo percibe. Un minuto puede parecer eterno o un suspiro, dependiendo del estado de dolor o de felicidad de quien lo mide. También será relativo, no pasa a la misma velocidad para todos, depende de la velocidad a que esté viajando y de qué observador lo esté midiendo, como quedó demostrado con la teoría especial de la relatividad de Einstein.
Galileo media el Tiempo con faroles, otros con espejos
Desde tiempos inmemoriales hemos querido medir el tiempo, el día y la noche, las estaciones, el sol, relojes de arena, etc, etc, hasta llegar a sofisticados aparatos electrónicos o atómicos que miden el tiempo cotidiano de los humanos con una exactitud de sólo un retrazo de una millonésima de un segundo cada 100 años.
Hemos inventado estas medidas de tiempo para controlar nuestras actividades cotidianas y nuestras vidas.
La medida de tiempo elegida es el segundo que, en las unidades del SI tiene el símbolo s y su duración es igual a la duración de: hertzios = 9 192 631 770 períodos de la radiación correspondiente a la transición entre dos niveles hiperfinos del estado fundamental del átomo de cesio-133.
Reloj de Cesio
Reloj atómico cuyo funcionamiento se basa en la diferencia de energía entre dos estados del núcleo de cesio-133 cuando se sitúa en un campo magnético. En un tipo, los átomos de cesio-133 son irradiados con radiación de radiofrecuencia, cuya frecuencia es elegida para corresponder a la diferencia de energía entre dos estados. Algunos núcleos de cesio absorben esta radiación y son excitados al nivel superior. Estos átomos son desviados por otro campo magnético, que hace que choquen contra un detector. Una señal de ese detector es llevada al oscilador de radio frecuencia para evitar que se desplace de la frecuencia de resonancia de la que indicamos antes del orden de 9 192 631 770 hertzios. De este modo, el instrumento está fijado a esta frecuencia con una precisión mejor que una parte en 1013 (algo mayor que tera -T-). Así, el reloj de cesio es utilizado en la definición del segundo en el SI (Sistema Internacional).
Como podemos ver, la imaginación humana no tiene límites, y si nos dan el “tiempo” suficiente, quien sabe hasta donde podremos llegar.
Si el Tiempo fuese una Entidad consciente y nos pudiera contar todo lo que vio
Como estamos comentando sobre cuestiones que están conectadas con lo que llamamos tiempo, es difícil que, al estar el tiempo siempre presente, ocurra algo que no tenga nada que ver con él, de alguna manera, el tiempo está presente. Sin embargo, puede existir algún fenómeno que, de alguna manera, esquive al tiempo.
Los núcleos para formar átomos están rodeados por varios niveles de electrones y todos sabemos que un átomo es la parte más pequeña que puede existir de un elemento, es la fracción mínima de ese elemento. Consta de un denso núcleo de protones y neutrones (los nucleones) rodeados de electrones moviéndose a velocidades cercanas a las de la luz. Es lo que se conoce como estructura electrónica del núcleo y que tiene que ver con los niveles de energía que los electrones ocupan.
Una vez dejada la reseña básica de lo que es el átomo y donde están situados los electrones por capas o niveles alrededor de su núcleo, veamos el fenómeno principal de este comentario referido a “esquivar el tiempo”.
Si un fotón viajero va por el espacio a 299.792’458 Km/s, velocidad de c, golpea a un electrón situado alrededor de un núcleo, lo que ocurre trae de cabeza a los científicos que no saben explicar de manera convincente la realidad de los hechos. El electrón golpeado absorbe el fotón y, de manera inmediata, desaparece del nivel que ocupa y, sin recorrer la distancia que los separa, simultáneamente aparece en el nivel superior.
¿Por dónde hizo el viaje? ¿En qué lugar se escondió mientras desapareció? ¿Cómo pudo aparecer simultáneamente en otro lugar, sin recorrer la distancia existente entre el nivel de partida y el de llegada? Y, ¿cómo esquivó el tiempo para que todo ocurriera simultáneamente?
Estas son preguntas que aún no podemos contestar, aunque sí es verdad que nos gusta especular con viajar en el tiempo, y lo del electrón, conocido como “efecto túnel” o salto cuántico, es una idea.
Necesitamos tiempo para cambiar las cosas. Sobre todo, la cultura científica de los pueblos.
Hemos de reconocer que no hemos tenido mucha suertew
Sinceramente creo que son los gobiernos los que fomentan este tipo de sociedades “no pensantes” que se pueden guiar fácilmente con los programas “basura” de las televisiones que facilitan y colaboran a que no levantemos cabeza.
¡¡ Es una pena!!
Un periodista que se precie debe estar vinculado a la verdad, sino…. ¡Es otra cosa!
Tenemos que desterrar esta situación de programas vacíos de contenido o prensa embrutecedora de los sentidos. Mejorar los hábitos y, desde pequeñitos, hacer que los niños lean mucho, que se interesen por las cosas verdaderamente importantes y que sientan dentro de su ser la curiosidad, la necesidad de saber.
Esta realidad se nos ocultó y sólo nos dieron escenas de balcones y palmeros engañados
Por otra parte, la pena que se siente por tal situación está fundada, principalmente, en la impotencia que produce el comprobar la cantidad de maravillas que se pierden este número inmenso de personas que, desgraciadamente, nunca disfrutarán de los enormes logros y descubrimientos científicos que desde hace miles de años, fueron y están siendo conquistados por la humanidad de la que forman parte.
Si preguntamos por el significado del Big Bang, la expansión del universo, cómo nacen y mueren las estrellas, qué es una singularidad, a qué se refiere la libertad asintótica de los quarks, qué son los nucleones, qué significan las constantes universales, qué es la mecánica quántica, el modelo estándar, la relatividad general, el significado de E = mc2, el principio de incertidumbre, la función de onda de Schrödinger, la exclusión de Pauli, el cuanto de acción, h, o el límite, la energía o tiempo de Planck…, cualquiera de estas cuestiones, todas tan importantes, serán desconocidas para el 99’99% de los encuestados. ¡Una auténtica calamidad!
Esa es la penosa realidad en la que estamos inmersos. Esas personas desconocedoras de las preguntas de antes sí podrían contestar, en cambio, cualquier tema que se les plantee sobre una famosa cantante de la copla y de lo que hizo o dejó de hacer el novio vago de aquella famosilla por enseñar el culo y, en verdad, necesitamos políticos honrados para poder cambiar todo esto.
Para seguir avanzando habrá que eliminar esta clase de sociedad aberrante, lo que de nuevo nos lleva a la misma cruda realidad, necesitamos tiempo… y buena voluntad. Pero sigamos con lo nuestro.
El tiempo es una dimensión que permite distinguir entre dos sucesos que ocurren en el mismo punto del espacio y que de otra forma serían idénticos (espacio-tiempo). El intervalo entre dos de esos sucesos constituye la base de la medida del tiempo. Para propósitos generales, más cotidianos, la rotación de la Tierra sobre su eje sirve para definir las unidades del reloj (el día y la noche con 24 horas) y la órbita del planeta Tierra, alrededor del Sol, (el año) se utiliza para definir las unidades del calendario con 365 días. Para fines científicos, los intervalos de tiempo son ahora definidos mediante la frecuencia de una radiación electromagnética especificada*. También es interesante pararse a ver lo que es dilatación de tiempos, que en páginas anteriores explicamos que estaba dado en un factor . Por otra parte, podríamos hablar de la operación de reemplazar el tiempo t por el tiempo -t. La simetría de la inversión temporal es conocida como invariancia.
Como estamos comentando asuntos diversos que de alguna manera pueden estar relacionados con el tiempo, y comentamos también las diversas perspectivas y formas o enfoques de mirar el tiempo, no me puedo resistir aquí una reseña de lo que es el…
Como estamos comentando asuntos diversos que de alguna manera pueden estar relacionados con el tiempo, y comentamos también las diversas perspectivas y formas o enfoques de mirar el tiempo, no me puedo resistir a explicar mañana lo que es el Tiempo de Planck.
emilio silvera
La medida de tiempo elegida es el segundo, que en las unidades del SI tiene el símbolo s y su duración es igual a la duración de: hertzios = 9 192 631 770 periodos de la radiación correspondiente a la transición entre dos niveles hiperfinos del estado fundamental del átomo de cesio-133.